
Se convirtió durante la guerra civil española y la dictadura franquista en un icono y un mártir al servicio de los intereses del instaurado "Movimiento Nacional" y su aparato de propaganda. Su muerte fue silenciada en el bando rebelde durante dos años, recibiendo el apelativo de El Ausente. Terminada la guerra su nombre encabezó todas las listas de fallecidos del bando autodenominado Nacional, llegándose a poner la inscripción "José Antonio ¡Presente!" en la gran mayoría de las iglesias españolas, pasando así a ser el único líder político de su período al que se conoce exclusivamente por su nombre de pila.